Capítulo 85

Maldita reencarnación (Novela)

Capítulo 85: Kristina Rogeris (3)

Doynes no entró en el santuario con los demás.

—¿Cómo podría alguien como yo, que ni siquiera es Patriarca, atreverse a examinar los restos de nuestro gran antepasado? — dijo Doynes. Sacudió la cabeza mientras soltaba un largo suspiro, luego inclinó su vista hacia Kristina.

Eugene no dijo nada, y simplemente se quedó quieto al lado de Kristina.

“Después de haber llegado tan lejos, no hay forma de que se pongan de acuerdo y me digan alguna tontería para no poder acompañarlos, ¿verdad?”

Eugene se dijo eso a sí mismo, pero aun así decidió que era mejor ser cauteloso. Hasta ahora, las cosas habían ido bastante bien. Si fuera expulsado ahora, justo en el momento más importante, ya no se detendría simplemente por no tener fe en Dios —Eugene sería activamente hostil al ser divino—

Mientras tenía tales pensamientos, Eugene miró la espalda de Gilead. Y pensó con cierta preocupación, “debe ser muy estresante para él”

El recuerdo de antes, de Gilead defendiendo con enojo la seguridad de Eugene como si fuera su verdadero hijo, permaneció en la mente de Eugene. Como Eugene ya tenía a Gerhard, realmente no podía pensar en Gilead como su padre.

Sin embargo, reconoció el hecho de que Gilead era una buena persona, y había sentido mucha preocupación y amor paternal por parte de él. Por eso no pudo evitar sentir que Gilead estaba en una posición muy lamentable. Su hijo mayor había manchado de mierda todo el rostro de su padre y de su clan, y ahora una Santa que había venido de visita insistía obstinadamente en abrir la tumba de su antepasado.

“¿Convertirse en patriarca? Ni en el infierno, haría eso. Absolutamente nunca”, juró Eugene cuando sintió un escalofrío recorrer su espalda.

Dejando a un lado su lástima y cualquier otra emoción, Eugene reafirmó su decisión una vez más. Si se viera obligado a unirse a los Caballeros del León Negro, podría lidiar con eso, pero no podría soportar convertirse en Patriarca.

De hecho, ni siquiera quería convertirse en Caballero del León Negro. Eugene solo quería vivir su vida como él quisiera.

—Qué lugar tan misterioso— Habiendo seguido a Gilead en silencio, Kristina de repente habló. —Un subespacio de este tamaño… Tiene un cielo y un campo, flores e incluso un santuario... Aunque todo se ve hermoso a primera vista, las apariencias son sólo superficiales. De hecho, parece que tampoco hay decoraciones dentro del santuario—

—Esa fue la voluntad de nuestro gran antepasado— admitió Gilead en voz baja —Prohibió a todos sus descendientes decorar su tumba, y también prohibió al Clan Lionheart en su conjunto agregar cualquier ornamentación. También nos dijo que no debemos adorar su tumba, ni usarla como símbolo de nuestro respeto por él—

—Adoración y símbolo— murmuró Kristina —Parece que realmente quería evitar convertirse en un ídolo—
(N/T: ídolo en el sentido de ser tratado como un ser sobrenatural o un Dios y que le rindan culto)

—Normalmente, ni siquiera se permitiría colocar aquí la estatua de Sir Hamel. Sin embargo, estrictamente hablando, no es una decoración arreglada por sus descendientes, ni es un adorno arreglado por el Clan Lionheart— Gilead se detuvo por un momento y miró a Eugene. —Después de todo, el hecho de que Eugene sea un discípulo de la Sabia Sienna tiene prioridad sobre su identidad como uno de los descendientes de Vermut. Además, como el último en rendir homenaje a la tumba de Sir Hamel, mi hijo ha heredado el derecho a decidir qué hacer con los artefactos recuperados. Esa es la decisión a la que el Consejo y yo hemos llegado sobre este asunto—

—Qué hermoso compromiso— dijo Kristina con una brillante sonrisa.

La atmósfera alrededor de los tres todavía era fría, pero ella sonrió sin ninguna señal de moderación.

—Pensar que aquí resucitaría una amistad de hace trescientos años. Pensar que la tumba de Hamel se perdió para el mundo entero... Para que Sir Eugene haya encontrado su camino a la tumba, seguramente debe haber sido la voluntad de Dios— afirmó Kristina con confianza.

—¿El hecho de que la tumba de Sir Hamel fuera dañada y su cuerpo profanado para crear un caballero no-muerto, también era parte de la voluntad de Dios? — Eugene preguntó con una expresión amarga.

Ante esta respuesta sarcástica, Kristina sacudió lentamente la cabeza y respondió —Por supuesto que eso no fue la voluntad de Dios. Por eso te usó como un rayo de luz para iluminar la oscuridad que acecha en las profundidades del subsuelo—

Qué asombrosos saltos de lógica. Eugene solo resopló y sacudió la cabeza. Anise había sido tan descarada como Kristina al usar a su Dios como excusa para cualquier cosa.

“Aun así, nunca pude ganar una discusión contra ella”, se quejó Eugene al recordarlo.

¿Podrían ser la lógica de mierda y la retórica obstinada las habilidades básicas que se enseñan a todo el clero? Por ahora, Eugene no pudo evitar asumir que este era el caso, habiendo visto tales ejemplos tanto en Anise como en Kristina.

“Se ve bastante mal”, notó Eugene mientras sus ojos vagaban por el interior del santuario.

Tal como había dicho Kristina, aunque el santuario parecía muy grande por fuera, estaba bastante deteriorado por dentro. No había ninguno de los murales o pinturas comunes que generalmente decoraban las paredes de los santuarios, y no se habían grabado patrones en ninguno de los pilares.

Eugene sintió que algo como esto encajaba mejor con la personalidad de Vermut que algo extravagante. Luego, recordó la tumba de Hamel, que ya se había derrumbado en ruinas. Antes de que la demolieran, parecía haber sido una tumba bastante decente. Había una estatua e incluso una piedra conmemorativa dedicada a Hamel. Los pilares y las paredes también habían sido talladas con las oraciones de Anise y las formaciones mágicas de Sienna.

Sin embargo, este santuario no tenía absolutamente ninguna decoración. Ni siquiera había oraciones escritas, y tampoco podía ver una piedra conmemorativa. En la estatua de piedra de Vermut que estaba frente a la tumba, lo único grabado debajo de esa estatua con una letra impersonal era su propio nombre, Vermut Lionheart.

Vermut Lionheart.

La letra con la que se había escrito este nombre coincidía con la letra de Vermut de los recuerdos de Eugene. Recordando lo que estaba escrito en la piedra de la tumba de Hamel...

Vermut tuvo que haber escrito el nombre en su lápida con sus propias manos. Eugene tuvo dificultades para imaginar cómo se había sentido eso.

—Esperen aquí por unos momentos— instruyó Gilead mientras se detenía.

Dentro del santuario, se había colocado un ataúd blanco justo en el centro. Después de mirar el ataúd por unos momentos, Gilead se arrodilló lentamente. Aunque Gilead no le dijo que hiciera lo mismo, Eugene también se puso de rodillas.

No estaba presentando sus respetos a su antepasado, sino a su compañero fallecido... un viejo amigo. Eugene sintió que un sentimiento complicado se agitaba dentro de él cuando cerró los ojos e inclinó la cabeza.

Kristina también estaba haciendo lo mismo. Ella se había arrodillado suavemente y había colocado sus manos juntas frente a su pecho para recitar una oración. Por un breve momento, los tres pasaron algo tiempo presentando sus respetos al difunto.

Después de un tiempo, Gilead fue el primero en levantarse. Mientras trataba de sofocar los sentimientos que surgían dentro de él, Gilead giró hacia Kristina.

—Acércate— instruyó Gilead.

Eugene se levantó lentamente y levantó la cabeza cuando Gilead y Kristina se acercaron al ataúd. Su corazón latía con fuerza por la tensión. Eugene no podía creer que realmente pudiera verificar el contenido del ataúd de Vermut tan pronto.

“Por favor”, suplicó Eugene con sinceridad. “Por favor, quédate en paz dentro del ataúd. Ya sea un cadáver intacto o una momia, ya sea que esté podrido o solo queden los huesos, casi cualquier cosa estaría bien. Mientras tu cadáver... siga descansando aquí”

Si Vermut realmente estaba en su ataúd, entonces Eugene finalmente podría liberarse de estas sospechas que no podía soportar creer que eran ciertas.

¿Quién fue el que había colocado la Espada de Luz Lunar en la tumba de Hamel?

¿El que se había enfrentado con Sienna en el proceso de hacerlo?

¿El que había hecho una maldita y estúpida promesa... con el Rey Demonio del Encarcelamiento?

—Lo estoy abriendo— declaró nerviosamente Gilead.

Si Vermut realmente había fallecido y yacía allí, eso solo sería suficiente para darle a Eugene algo de tranquilidad.

Incluso si Vermut hubiera estado involucrado en su reencarnación, eso no era algo por lo que Eugene realmente pudiera culparlo.

Sin embargo, ¿si Vermut realmente era quien había luchado con Sienna, una camarada con la que ambos habían pasado por tantas dificultades, y había obligado a Sienna a no tener más remedio que retirarse?

Luego, estaba cómo ese hijo de puta del Encarcelamiento había hablado de ser amigo de Vermut. Si la persona sobre la que el Rey Demonio había halagado y actuado como si tuviera una relación cercana, realmente era Vermut.

“Entonces yo...”

Entonces Eugene definitivamente no sería capaz de aceptarlo. Ni siquiera intentaría aceptarlo. Él no quería entenderlo. Y él no sería capaz de entender incluso si quisiera.

Debido a que era él, no le podía permitir a Vermut hacer algo así. Si fuera cualquier otra persona, tampoco deberían hacer eso, pero Vermut, especialmente él, definitivamente no podía permitirse hacer algo así.

El Asesino de los Reyes Demonio. El héroe. El Elegido de Dios. El Dios de la Guerra. El Maestro de todo.

El Gran Vermut.

Definitivamente, definitivamente no podría ser...

—Como era de esperar— Kristina dejó escapar un largo suspiro al ver el contenido del ataúd.

Gilead se tambaleó hacia atrás en estado de shock.

Eugene finalmente cerró sus ojos intensamente punzantes. La sangre goteaba de sus apretados puños. Abrió los puños una vez, luego los volvió a apretar para evitar que la sangre goteara y ocultar sus heridas.

—No hay nada aquí dentro— Kristina expresó lo obvio.

Crack.

Sonaba como si los molares de Eugene estuvieran a punto de romperse bajo la tensión. Pero, por el momento, Eugene sintió que no le importaría incluso si se rompieran. Sin ninguna consideración por el clan o por la etiqueta adecuada, quería derribar este santuario y romperlo en pedazos.

No. Simplemente no quería quedarse aquí por más tiempo.

—¡Dado que han pasado trescientos años... es posible que ni siquiera quede el cuerpo! — Gritó Gilead con voz temblorosa. Por su tono, podían sentir que incluso él no estaba seguro de lo que estaba diciendo.

—Escuché historias en las que los restos de figuras sagradas se sublimaron y desaparecieron— admitió Kristina mientras miraba hacia el ataúd vacío. —Sin embargo... si ese realmente fuera el caso, entonces el alma del Gran Vermut ya debería haber entrado en el Cielo—

“...”, Gilead guardó silencio ante este convincente argumento.

—Al menos, de lo que podemos estar seguros es de que Sir Vermut no fue enterrado aquí— afirmó Kristina con firmeza.

Los ojos de Gilead titubearon. Sus labios guardaron silencio, inseguro de qué decir, y su mirada seguía cambiando entre mirar el ataúd vacío y la cara de Kristina.

Finalmente, Gilead logró exprimir unas palabras —¿Estás diciendo... que nuestro antepasado no murió, sino que simplemente desapareció? —

—Aunque no sé cuáles fueron sus razones para hacerlo, en este momento, no tengo más remedio que asumir eso— dijo Kristina mientras se daba la vuelta. Sin ningún rastro de diversión en su rostro, miró hacia el techo por unos momentos.

Cuando sus labios se movieron una vez más, gritó un nombre. “Eugene Lionheart”

Eugene abrió y cerró de nuevo sus puños manchados de sangre, luego levantó la cabeza para mirar a Kristina.

Ya había adivinado que este sería el resultado de su verificación. No quería creer que fuera cierto, pero había demasiados eventos que involucraban a Eugene que no podrían haber sido posibles sin que Vermut hubiera estado detrás de ellos.

El recuerdo de Hamel dejado en la bóveda del tesoro de la familia principal; Sienna derrotada; la Espada de Luz Lunar almacenada en la tumba de Hamel; todas estas cosas no podrían haberse hecho sin la participación de Vermut.

El problema era... ¿por qué había hecho estas cosas? Si su único propósito era reencarnar a Hamel, no había ninguna razón para que Vermut guarde tantos secretos. En cuanto a Sienna, Anise y Molon, si Vermut les hubiera explicado la situación, incluso si no entendieran lo que estaba haciendo, al menos lo habrían aceptado.

Pero Vermut no había hecho eso. Lo que fue aún más condenatorio fue el hecho de que el Rey Demonio del Encarcelamiento sabía sobre la reencarnación de Hamel, mientras que sus propios camaradas probablemente no tenían idea.

Todos estos descubrimientos hicieron que Eugene se sintiera como una mierda.

Hizo todo lo posible para controlar sus emociones y detuvo su intención asesina. Sin embargo, no tenía atención de sobra para su expresión facial. Su cara se sentía incómoda y desconocida para él, como si estuviera usando una máscara. Inconscientemente, Eugene levantó la mano y se tocó la mejilla. Su sangre, que aún no se había secado, estaba manchando su mejilla.

—Permítanme revelar el resto de la revelación— continuó hablando Kristina. —Eugene Lionheart, a partir de este momento, te declaro el sucesor del Gran Vermut, y nuestro próximo Héroe—

—¿De qué demonios…

—Esta declaración es hecha por voluntad del Dios de la Luz, que ha hecho descender Su revelación, y también ha sido reconocido por Su Santidad el Papa. Como el Rey Demonio del Encarcelamiento aún no ha tomado ninguna medida además de la advertencia, no podemos anunciar esto al mundo, pero debo acompañarte como Santa del Imperio Sagrado y Testigo de la Luz— proclamó Katrina unilateralmente.

… estás hablando? —

Eugene resopló y miró a Kristina. Gilead no pudo ocultar su sorpresa cuando su mirada se desplazó entre Eugene y Kristina.

—¿El próximo héroe? ¿Qué estás diciendo...? — Gilead se calló confundido.

—En un momento como este, cuando el Rey Demonio del Encarcelamiento ha emitido tal advertencia, la existencia de Sir Eugene no es una coincidencia— afirmó Kristina con confianza.

Estas palabras hicieron sonar una gran campana de alarma en el pecho de Gilead. Era vergonzoso admitirlo, pero Gilead también había pensado lo mismo en varios puntos. Eugene Lionheart, el hijo que había adoptado hace seis años... era tan asombroso que sus logros no tenían rival en los trescientos años de historia del Clan Lionheart.

—Esto no es parte de la revelación de Dios, pero... creo que Sir Eugene podría incluso ser la reencarnación de Vermut— Kristina sostuvo su varita con forma de cruz con fuerza frente a su pecho mientras continuaba hablando. —Si ese fuera el caso, también explicaría por qué el alma del gran héroe no ha entrado en el cielo. Para hacer frente a la inminente crisis que el mundo está a punto de afrontar, el alma del héroe se ha reencarnado en el cuerpo de su descendiente—

—Jaja— Eugene había decidido escucharla, pero ahora estaba tan perplejo que no pudo evitar reírse del absurdo.

Si realmente existía el destino, entonces el actual Eugene tenía que estar justo en medio de un torbellino del destino.

¿Y qué? Si este destino era como un torbellino o una telaraña, ¿realmente necesitaba seguirlo a ciegas? Eugene definitivamente nunca estaría dispuesto a hacer algo así. Deseaba poder encontrarse en persona con cualquier Dios de la Luz que hubiera enviado esta revelación. —Si iban a tirar esas tonterías sin sentido…

… al menos deberían obtener mi permiso primero. Maldita sea, ¿ser un héroe? Qué montón de mierda— maldijo Eugene.

Estas palabras no solo se quedaron en su cabeza, Eugene las escupió para que todos las escucharan. Y después de decir estas palabras... Eugene no se quedó sin aliento por la sorpresa. Tenía toda la intención de decir estas palabras en voz alta. Gilead tenía una expresión de asombro en su rostro, pero en este momento, a Eugene apenas le importaba la posición de su padre adoptivo al respecto.

—El Gran … ¡Ja, ja, ja! ¿Estás diciendo que soy la reencarnación del Gran Vermut? ¿Yo? — Eugene preguntó con incredulidad. —Oye Obispo-Auxiliar Kristina, no, ¿sería Santa Kristina? —

“...”, Kristina parpadeó, pero no dijo nada.

—Por favor, no digas esas estupideces. ¿Por qué motivos afirmas que soy la reencarnación de alguien? ¿Y qué derecho tiene tu Dios, cuán grande se cree que es, que me elige a mí, que lo estoy haciendo bien por mi cuenta, y me declara héroe o lo que sea, sin siquiera pedir mi consentimiento? — Eugene exigió enojado.

Kristina esperó a que terminara antes de responder con calma. —Es solo mi opinión que Sir Eugene puede ser la reencarnación del Héroe. Incluso si estás enojado con él en este momento, por favor no tomes la revelación de mi Dios a la ligera—

—No. En cualquier caso, no soy creyente del Dios de la Luz, no tengo intención de convertirme en uno, y no tengo pensado ir al cielo, así que seguiré haciendo lo que ya había planeado — insistió Eugene con un resoplido burlón mientras se sacudía la sangre de las manos —Yo soy yo, Eugene Lionheart. Si necesitas un héroe para reemplazar a mi gran antepasado, entonces haz que alguien más lo haga. Puedes elegir a alguien de la multitud y llamarlo héroe. Si nadie realmente te presta atención, entonces tal vez ese Dios tuyo todopoderoso pueda descender personalmente para hacer el trabajo él mismo—

—Sir Eugene— dijo Kristina, protestando por su blasfemia.

—Todavía no he terminado de hablar. No importa en qué lo hayas basado, no tengo ningún deseo de afirmar tontamente que soy un héroe frente al público. No me honra la oferta, y tampoco estoy contento con ella. Solo soy yo, y esta es mi vida. Voy a vivir mi vida haciendo lo que quiero hacer— escupiendo estas palabras, Eugene luego se giró hacia Gilead.

—Lamento mucho mis duras palabras, Señor Patriarca. Pero creo que he dejado clara mi postura, así que espero que pueda aceptar mi rechazo a su oferta. Hablando de eso, ahora que es conveniente, no tengo intención de convertirme en Patriarca en lugar de Cyan, y tampoco deseo convertirme en miembro de los Caballeros del León Negro. Dicho esto, no haré nada que pueda deshonrar a la familia de alguna manera, ni haré nada que avergüence al Patriarca, así que espero que continúen confiando en mí y apoyándome como lo han estado haciendo hasta ahora—

—Por supuesto… siempre respetaré tu decisión— respondió Gilead después de finalmente superar su asombro.

Eugene sonrió brillantemente ante estas palabras, luego se limpió la sangre que le corría por la mejilla con el dorso de la mano.

—De todos modos, Santa Kristina. Por favor, pasa mi mensaje a tu todopoderoso Dios de la Luz— solicitó cortésmente Eugene.

Titubeando, Kristina preguntó —¿Qué te gustaría que le dijera? —

—Solo esto— dijo Eugene mientras levantaba una mano que todavía estaba manchada de sangre y levantaba el dedo medio. —Además, por favor dile que dije “vete a la mierda” —

Habiendo logrado superar su asombro, la mandíbula de Gilead cayó en estado de shock una vez más. Kristina solo lo miró con los ojos muy abiertos, incapaz de decir nada como respuesta. Eugene bajó su dedo medio y luego se dio la vuelta.

Cuando se fue, Eugene dijo algo más. —He dicho todo lo que quería decir, y es tarde en la noche, así que voy a dejarlo aquí y voy a dormir un poco—

—¿Qué pasa con la estatua? — preguntó Gilead después de recuperarse.

Eugene se encogió de hombros y se rió —No creo que Sir Hamel quiera quedarse en un lugar donde su amigo nunca descansó—

Tanto la estatua como la piedra conmemorativa, no quería dejarlas en un lugar como este.

Capítulo 85

Maldita reencarnación (Novela)